domingo, 14 de enero de 2018

De luces, mercadillos y belenes…





Es una fría tarde y a estas alturas del año anochece pronto. Prácticamente a las seis es noche casi cerrada. En medio de tanta oscuridad destaca el mucho y variado alumbrado festivo y navideño con el que este año el Ayuntamiento ha adornado el pueblo.
La decoración navideña sin duda ayuda a mejorar la imagen y estamos seguros de que ayudará con ese espíritu a que mejoren las ventas de nuestros establecimientos. Siempre es más agradable pasear por sitios decorados.
La propia plaza de La Constitución, pese a las obras del antiguo ayuntamiento, luce con su Belén iluminado y esas cadenetas de luz.
Pero hay un elemento distorsionador que no podemos entender, años ya después de su instalación, y esperemos que no consolidación.
Se trata del cada vez peor mercadillo llamado navideño, y no sabemos muy bien por qué. Ni es tradicional, ni es navideño, ni es medieval, ni es artesanal… Unas cuantas casetas (esta vez la mitad vacías) dispuestas de forma cuanto menos discutible y llenas (algunas) de productos en la mayoría de los casos sin gracia alguna, y atendidas por comerciantes ateridos de frío… ¿es esa la imagen que queremos dar en estos días de la parte quizá más emblemática del pueblo? ¿Saben los ciudadanos que nada tiene que ver en ello el comercio local? La escasa afluencia no sólo de público sino incluso de expositores probablemente haga que deje de hacerse, pues difícilmente le saldrán los números a la empresa que lo explote, porque la ocupación de vía pública de más de veinte días no debe ser barata ¿verdad?
Nos llena de nostalgia recordar cuando la plaza se llenaba con cuatro o cinco mil personas expectantes ante la visita al Belén viviente que desgraciadamente dejó de hacerse. Entre todos lo mataron y el sólo se murió. Ojalá la sociedad civil sea capaz de movilizarse y retomar la que durante años fue la enseña emblemática de las navidades galapagueñas.


JUNTA DIRECTIVA 1523


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